Parwo-X
(Novela de ciencia ficción)
Trabajaba para el gobierno, pero hoy deseaba solo ser una mujer común. Helen Rothernen, tenía dos pasiones: su familia y su trabajo.
Todo empezó el día que la asignaron al proyecto secreto PARWO-X, siglas de Parallel World-X. Aquel día empezó su calvario.
De nueve agentes ella había sido la elegida. Era la agente especial, clase A. Con sus veintisiete años había logrado el escalafón más alto como agente.
Viajando rumbo al complejo observó que miles y miles de kilómetros de nieve lo rodeaban, era una base secreta en Alaska.
Al llegar supo lo que era Parwo-x, ¡El descubrimiento más grande del siglo 23!, viajes en el tiempo a un mundo paralelo y ella seria quien lo tripulará.
Después de varios viajes descubrió la relación entre ambos mundos, sus homónimos, la existencia de uno gracias al otro y que en Parwo, como llamaban a este mundo paralelo, el tiempo era muy lento, allí el pasado de la raza humana era su presente.
Cada ser humano tenía su doble allí y cada suceso era igual, viajar a este, en una fecha determinada, podía cambiar los hechos negativos del presente o del futuro humano.
Después de varios viajes exitosos se envió a Helen, para descubrir lo que causaría el gran terremoto del siglo 23. Cual no seria su horror al descubrir que PARWO-X sería el causante. Helen se prometió hacer todo lo posible para evitarlo.
Miro a su esposo y a su hijo que dormían y lentamente se vistió, vio como temblaban sus manos, tenía miedo, pero tenia una razón poderosa para seguir, debía preservar el mundo para ellos.
Dándoles un beso a su hijo musitó, - ¡Te Amo!
Sin mirar atrás la agente especial, clase A, caminó hacia aquel mundo paralelo, dispuesta a cambiar la historia.
II
Helen Rothernen, ocultando su preocupación, entró al laboratorio sonriendo y saludando a todos. Nadie debía sospechar sus planes.
-¡Helen!, estamos listo, todo está listo, tu misión es contactar al homónimo del Dr. Henderson y explicarle lo que necesitamos, como inventor de este proyecto es el único que puede ayudarnos. Recuerda incrementar las medidas de seguridad, esta vez será más peligroso, estarás en contacto directo por más tiempo, cualquier error hará peligrará tanto tu vida como nuestro futuro.-
-Entendido Dr. Jinckell, tengo la carta y documentos del Dr. Henderson para su homónimo, él esta confiado que al leerla ayudará.-
-Bien, entonces empecemos. ¡Suerte!-
Helen entro al cuarto purificador, mientras era esterilizada de microbios pensaba en su esposo e hijo, unas lágrimas bajaron por su rostro, dolía la separación pero sus vidas valían mas que ese dolor que laceraba su corazón.
Enjugó sus lágrimas y lentamente fue acercándose a la cápsula que cambiaria el destino.
Escuchaba a lo lejos la cuenta regresiva. Relajándose, sintió como arrancaban los motores, la velocidad se fue haciendo mayor y observo fascinada como la luz iba dividiéndose en miles moléculas de colores, formando una manga que succionaba la cápsula hasta un agujero. Detrás de este agujero estaba aquel mundo paralelo, lleno de homónimos de cada uno de los seres humanos.
Se sentía segura en este viaje, no era como al principio que no sabía que le esperaría al llegar. La agencia tenía un lugar seguro en el mundo paralelo. El homónimo del agente Kraust en Parwo, como llamaban al mundo paralelo, se encargaba de la seguridad, información y guía.
Helen en viajes anteriores lo había contactado y éste se incorporo al grupo. Helen se sorprendía siempre lo igual que era al Kraust de su mundo, no tan solo físicamente, tenía esa misma lealtad, seguridad y petulancia. Este homónimo era su amigo...
Al llegar la cápsula, respiro satisfecha, saludo desde lejos a los seis científicos de la base de Parwo, que por seguridad jamás se acercaban a ella.
La labor de ellos consistía en mantener operativa la base o plataforma de llegada y salida de la cápsula. Eran humanos voluntarios y no podían salir de la base, vivían encerrados evitando el contacto con la población de Parwo. Helen se preguntaba si no extrañaban su propio mundo.
Llamó a Kraust y arreglándose se dispuso a esperarlo, tenía que lograr una cita con el Dr. Henderson, convencerlo que su ayuda era vital.
Kraust como siempre llega puntual. Helen después de saludarlo lo pone al tanto de la misión y le confía la importancia de lograr la cita, si no logran la ayuda el futuro de ambos mundos estaría en peligro.
Le confía como en su mundo tienen más de cinco años viviendo todos los humanos considerados valiosos y sus familiares más cercanos en refugios o ciudades subterráneas debido a un gran terremoto que destruirá el 60% de los humanos y la tierra, quedando esta inhabitable por la gran contaminación, esta catástrofe sucederá dentro de unos años, en Parwo, por ser su tiempo más lento, sucedería en diez años, a la tierra solo le quedaban unos cinco años. Esta información fue obtenida en su último viaje al futuro.
Helen, con tristeza, le narró como su hijo de apenas seis años no se parecía a los niños normales. No conocía el placer de un cielo azul, del sol o la simple belleza de los campos en primavera. Su hijo, era la nueva generación humana criada científicamente, despojado de la vida simple de un hogar, estimulado para ser un ser útil a la nueva sociedad muy organizada y perfecta pero sin el calor humano y esos pequeños placeres que la vida y la naturaleza dan.
Helen le oculto que había leído, sin autorización, los documentos que portaba, la causa del terremoto era el mismo proyecto PARWO-X. A pesar de ser amigos no sabia si confiarle esto a Kraust y mucho menos sus planes de destruir el laboratorio si el Dr. Henderson fracasaba.
Kraust, entendiendo la importancia de la misión, se comunico con el Dr. Henderson, logrando una cita con este en 45 minutos.
Tomaron la aéreo pista y se dirigieron al laboratorio. Helen miraba a pesar de su preocupación su entorno, las verdes montañas, aquel cielo donde las nubes parecían jugar entre ellas. Era hermoso volver a ver la vida simple, perfecta y natural.
II
Llegan al laboratorio y mientras bajan por el ascensor, Helen estudia las instalaciones tratando de grabar en su mente los planos de la misma.
Si todo resulta mal tendría que entrar y destruirlo todo, aunque en su corazón un rayito de esperanza quedaba si lograba la ayuda del Dr. Henderson.
Ya en las oficinas del nivel 4, una ayudante los introduce al despacho personal del Dr. Henderson, Helen saca del portafolio la carta para el Dr.
Kraust la mira y le sonríe para animarla.
Un hombre entra al despacho, Helen lo reconoce y se asombra de su vitalidad, muy distinto al Henderson que conoce, más mayor y cansado.
Parándose Kraust lo saluda
- Dr. Henderson, gracias por recibirnos.
-¿Agente Kraust?, Señorita, siéntense por favor.
-Dr. Le presento a la agente especial Helen Rothernen.
-Encantada de conocerlo, Dr., gracias por recibirnos.
-De nada Agente Rothernen, ¿en qué puedo ayudarlos?
-Tengo un mensaje secreto para usted- le responde Helen pasándole la carta.
Henderson, se sienta, toma la carta, la abre y su rostro al ir leyendo va del asombro a la preocupación. Al terminar de leerla pregunta
- ¿Los otros documentos?-
Helen se los entrega y el Dr. Los revisa.
Mientras esto sucede Helen y Kraust se sienten nerviosos. Ambos se preguntan si el Dr. quedará convencido y dispuesto a ayudarlos.
Al terminar de revisar los documentos, Henderson, mira a Helen y secándose el sudor que ha cubierto su frente dice
- Todo es terrible y maravilloso a la vez, mi proyecto es un triunfo, ¡Lo logré! pero este problema... ¿Cuánto tiempo tengo?
-Tres días, Dr., más de ahí nunca he permanecido aquí y no sabemos las consecuencias.
-Entiendo. Denme treinta y seis horas y volveremos a vernos. Ahora, discúlpeme, pero el tiempo es vital.
-Entendemos Dr., será como usted decida.-
Helen y Kraust parándose se dirigen a la puerta.
El Dr. los mira pensativo y dice,
-¿Rothernen, Usted conoce la causa del terremoto?, ¿Leyó estos documentos?-
Helen lo mira y decide callar.
-No Dr., mis órdenes fueron entregárselos y esperar su repuesta.
-Entiendo, en treinta y seis horas los espero.
Helen y Kraust salen cerrando la puerta. Se miran y Helen suspira. Siente renacer la esperanza.
El Dr. mira de nuevo los papeles pensando -¡Qué he hecho!
III
-Treinta y seis horas parecen una eternidad- dice Helen
- Vamos Helen, cálmate, busquemos que hacer mientras. ¿Qué te gustaría ver o hacer?-
-¿Ver o hacer?, me gustaría caminar por el pasto, sentir la brisa y el calor del sol. Ver otra vez la vida palpitar en la tierra.-
- Hoy usted manda. ¡Campo, sol, pasto y brisa, ahí vamos!-
- Jajaja, Gracias Kraust.- dice acariciando su mano.
Kraust hace varias llamadas, satisfecho sonríe y toma la aéreo pista panorámica rumbo al deseo de Helen.
Horas más tarde llegan a un hermoso chalet, rodeado de verdes prados, un tranquilo lago y un bosque lleno de vida animal. Helen lo mira maravillada y sus ojos brillan. Quitándose los zapatos, ella siente el prado bajo sus pies y recuerda su infancia, sus esperanzas. Bailando con la brisa, jugando con el viento y el sol, ríe y a la vez llora, pensando que por todo esto vale la pena morir; es el más hermoso legado que deben atesorar.
Kraust la contempla fascinado, descubriendo la razón del peso de su soledad, si la hubiese conocido antes, nada ni nadie se la hubiese arrebatado. Siente tristeza y unos locos celos por aquel esposo y dueño de Helen. Le pesa más que nunca su soledad y cierra sus ojos queriendo guardar por siempre aquella imagen. Siente a lo lejos la voz de Helen llamándolo y vuelve a la realidad recuperando su fría pose de hombre solitario y seguro de sí mismo.
-Kraust, esto es maravilloso. ¡Gracias!- dice Helen acariciando el pasto.
-En esas pequeñas cosas esta la maravilla de la vida, la humanidad en su afán de conquistas, ha olvidado esto. Aquí surge la vida sin esto somos solo algo sin alma. Cuerpos de un mundo prefabricado.-
Helen lo mira y descubre que detrás de ese hombre rudo, autosuficiente, existe un ser sensible. Dándose cuenta que Kraust dejo entrever su verdadero yo, al ver el embarazo que este siente, gira alegremente haciéndole creer que no lo escucho.
-Perdona Kraust soy tan feliz que te pareceré loca, ¿Qué me decías?-
-Que entremos, ¿No tienes hambre? Porque yo si. ¿No te apetece una comida real?-
-¡Claro que si!, pero te advierto que como cocinera soy nula.-
-Pues yo soy un gran cocinero. Entremos. ¡A Comer!-
Después de comer recorren los alrededores, Helen ávida de aquella cosas que tanto ha añorado y Kraust atesorando estos momentos donde Helen es solo suya.
Al llegar la noche, Helen y Kraust se sientan en el pórtico, se sienten relajados sin desear recordar su misión. Kraust atesora cada minuto la compañía de Helen, se siente feliz, sabe que mañana volverán a ser dos agentes con una misión, pero esta noche solo es un hombre y una mujer que la vida ha acercado.
Helen miraba extasiada el cielo tratando de capturar su belleza en su alma. Kraust contemplándola, sin poderse contener, la besa.
Helen lo mira y por vez primera en muchos años siente la pasión, es de nuevo la Helen mujer. Se casó amando a su esposo, pero él se ha convertido en un hombre frío, alguien que ha olvidado ser hombre y solo es un científico más, en el nuevo mundo.
Mirándose, reconociéndose, Helen acaricia aquel rostro viril y suavemente lo besa desatando la pasión en Kraust. Él la carga en sus brazos intentando llevarla a la casa, Helen lo mira con pasión y dice.
-¡No!, en el pasto, amémonos allí.-
Kraust cumple su deseo y delicadamente deposita su cuerpo sobre el pasto, besándola.
Allí el amor y la pasión se unen a la vida, haciéndose parte del todo, su fuego, su olor, su sudor y el amor bañan la tierra.
Amanece y el rocío baña aquel todo, los cuerpos llenos de amor despiertan y el amor vuelve hacerse presa de ellos y uniéndose al rocío bendicen la tierra.
El sol besa aquellos cuerpos ya agotados de pasión, devolviéndolos a la realidad.
Entran a la casa y después de bañarse vuelven a ser los agentes Helen y Kraust, se miran y con dolor parten a cumplir su misión. En pocas horas verán al Dr. Henderson y sabrán si sus mundos tienen futuro, si el sol, la brisa, el pasto, la vida aun serán parte de sus vidas.
IV
El Dr. Henderson releía los informes de sus técnicos, después de 26 horas de ardua investigación no encontraron error en el proyecto Parwo-x, habían llegado a la conclusión que la causa del futuro desastre fue provocado por algo que la agente Helen Rothernen había hecho.
Tenía que hablar con ella, conocer cada uno de sus pasos en los diferentes viajes. Decidido el Dr. marca el TV-móvil de Kraust, lo localiza y le pide acudir al laboratorio urgentemente con Helen.
Kraust mira a Helen y brevemente le explica lo que el Dr. le había dicho y sin perder tiempo se dirigen al laboratorio. Al llegar a este son pasados inmediatamente al despacho del Dr.
-Gracias por venir tan rápido, nos queda poco tiempo y necesito hablar con usted Helen.
- Usted dirá Dr.
-Siéntense, por favor. Hemos estudiado todo lo que nos enviaron sobre el proyecto, no hemos encontrado nada que justifique el desastre que ocurrirá, por lo menos en la parte técnica y funcional. Hemos llegado a la conclusión que el problema debe estar en algo que usted cambio durante uno de sus viajes, no digo con esto que fue intencional ni mucho menos que usted no cumplió con las reglas. Necesito que analicemos cada viaje y tratemos de encontrar algo, que sin saber, cambió.
Helen tratando de no mostrarse preocupada y culpable, mira al Dr. y dice:
- Entiendo Dr., por donde desea empezar, fueron 8 viajes, 6 con este aquí y 2 al futuro.
-Bien Helen, busquemos algo que usted hizo que pudo cambiar el futuro sin un control de este. Me explico, este proyecto fue ideado en principio para viajar en el tiempo, paralelamente se encontró que coexiste este mundo paralelo al vuestro, con idénticas características y homónimos en cada mundo, pero con la diferencia que nosotros somos su pasado inmediato, unos 4 o 5 años.
Controlando las variables pueden interferir en nuestro mundo variando vuestro futuro. Pero si este cambio ocurre sin control desencadenaría hechos que perjudicarían a los dos mundos, como es el caso del futuro desastre que aniquilara parte de ambos mundos. Por eso sospechamos que algo usted hizo, que sin proponérselo desencadeno este problema.
Es por eso importante que me detalle cada visita.-
Helen escucho al Dr. y mientras este explicaba el problema ella trataba de recordar que se le había pasado por alto en sus informes. Recordó que había ocultado haberse acercado a la casa de sus padres, claro que al hacerlo se cuidó de no ser vista ni interferir con los sucesos. Ver otra vez a sus padres y hermana, muertos en un accidente fue algo que no pudo evitar.
Esto ocurrió en su 5 viaje a Parwo. Se preguntó si no seria ahí donde se equivoco y será la causante de tantas muertes.
- Dr. creo saber donde me equivoque.- le dijo tratando de contener el horror que sentía.
-En mi penúltimo viaje aquí, me encontré con mi homónima, la seguí hasta su casa y vi de nuevo a mis padres y hermana que en mi tiempo ya han muerto. Le aseguro que nadie me vio y no hice contacto con nadie.
-Cálmese Helen, sé que usted es un agente confiable y bien entrenada. Cuénteme con detalles como fue.
- Gracias Dr., ojala que esto no sea la causa. Mi penúltimo viaje fue para traerles unas piezas a los técnicos de nuestra base aquí, después de cumplida la misión, le pedí a kraust que me dejara en una plaza comercial por unas horas, allí me tope con mi homónima. Ella no me vio, me cuide de que así fuera. La seguí por varias horas hasta llegar a su casa, allí descubrí que aun mis padres y hermana vivían. Escondida los observe y de pronto me di cuenta que horas después estarían muertos. Estuve mucho tiempo observándolos, lloré, pero sabía que nada podría hacer, muy tenue rogaba que algo los hiciera cambiar de idea y se quedaran en su hogar, felices y protegidos. Le juro que la tentación era grande, podía salvarlos. Sabía que mi deber era evitar que me vieran, así que di la espalda y me fui.
Nada podía hacer, solo sufrir de nuevo sus pérdidas.-
- La entiendo Helen, tranquilícese, ¿Cómo se llamaban sus padres y hermana? ¿En que fecha murieron?, estos datos nos ayudarán a ver si están muertos y no hubo cambios.
-Aileen Brawer Rothernen, Paul Rothernen y Aimee Rothernen. Vuelo 647, Líneas Planetarias, 22 septiembre del 2285.-
El Dr. digitó los datos en el computador, en pocos segundos la pantalla le devolvió toda la información requerida. El Dr. después de leerla mirando a Helen le dijo:
-Lo siento Helen, pero aquí tenemos el problema, efectivamente sus padres murieron pero su hermana se salvo, ella vive y es una agente igual que usted.
-¿Qué?, pero no es posible.
- Al parecer no estuvo en el vuelo, ella misma narra que un ángel la salvó, a pesar de que no creer en ángeles, asegura que escucho uno llorando y repetía no viajen, eso la hizo negarse a viajar quedándose con los abuelos mientras sus padres viajaba y su hermana Helen estaba de servicio. Eso le evito morir ese día.
- ¿Y que haremos Dr.? ¿Cómo corregir este problema?
- Helen tendrás que volver al pasado y corregir lo que has cambiado, su hermana no debe existir. Creo que Kraust debe ir con usted.
-¿Me esta pidiendo matar a mi hermana?
- No Helen, no le he pedido eso, lo que debe hacer es que ella viaje como era su destino. Sé que será difícil pero millones de vidas dependen de esto. ¿Me comprendes Helen?
- Si lo entiendo Dr.
-Bien, entonces los acompañaré a la base, me gustaría ver las instalaciones. ¿Es posible?
- Si Dr. no hay ningún problema. Es su proyecto.
Helen iba todo el camino pensativa, entendía que la vida de millones dependía de la muerte de su hermana. ¿Tendría el valor suficiente para cumplir su misión? Esa duda le aterraba.
Los técnicos prepararon la capsula para viajar al 21 septiembre del 2285, el día que Helen se encontró con su homónima y estuvo en su hogar. Kraust la acompañaría esta vez, ambos estaban nerviosos, Helen temía no tener valor para destruir a su propia hermana y Kraust por conocer su misión, debía hacer que ocurriera la muerte de la hermana de la mujer que amaba, aunque ella lo odiara siempre.
Con estos pensamientos viajaron al pasado, con la misión más difícil de sus vidas, batallando sus conciencias entre el amor y el deber.
V
La Helen de Parwo cavilando sobre la prueba del próximo día entra a su casa, su hermanita como siempre discute con su madre, sonriendo las mira, ambas son tan parecidas, siempre felices pero tan tercas.
-¿Ahora por qué es la discusión?- pregunta Helen, besándolas.
-¿Verdad Helen que es mejor ir a Disney que a las Cataratas?- pregunta Aimee, con una sonrisa que cautiva a Helen.
-Para ti si, mi amor. Pero se justa, papá y mamá deben estar cansados de ir a Disney todas las vacaciones. Canadá y las cataratas es algo lindo también.
- Gracias, Helen.- dice la madre sonriéndole.
- ¡Bah!, ¿qué hay de lindo en ver un montón de agua?, ni siquiera puedes jugar.
Eso es para viejos. ¡No es justo! - dice Aimee saliendo enojada.
-Bueno madre, creo que deberán compartir las vacaciones una semana en el montón de agua y otra en tu eterno paseo, ¡Disney! La verdad que no es nada emocionante a su edad. Es muy joven aún.
-Sabes no es mala idea, después de todo a tu padre le gusta Disney. ¡Aimee!, iremos también a Disney.-
Aimee entra corriendo y abraza a Helen feliz, diciéndole -Gracias Helen, sabia que me ayudarías. ¡Te quiero!
Helen la mira pensando cuanto la ama, bebe un poco de jugo y se dirige a su habitación. Debe recoger algo de ropa, en dos horas tendrá que viajar. La agencia la envía a unos entrenamientos nuevos. Como agente lograr ser agente especial A es la cúspide, la meta y es lo que más desea. Solo a unos pocos eligieron y ella es la única mujer del grupo. Sabe que será más ardua la competencia pero esta decidida a triunfar.
Helen y Kraust han elegido este momento porque saben a Helen homónima fuera de la ciudad, eliminado el peligro de encontrarla podrán trabajar más seguros.
Helen decide sustituir a su homónima y pasar ese día con la familia, sabe que solo tendrá ese día para lograr que Aimee viaje también, al otro día será el día que la muerte arrebatara la vida de sus seres queridos.
Mientras, Kraust se encarga de conseguir la llave del hogar de Helen. Chocando con la Helen, recoge su bolso.
- Perdona, estaba distraído. ¡Hola!, ¿Trabajas aquí?- pasándole el bolso a una Helen que lo mira curiosa.
-Si, ¿Y Usted?
-Soy Kraust, división X
-Soy Helen Rothernen, aún no pertenezco a ninguna división.
- Lo harás pronto, alguien como tu solo puede ser A.
-¿Por qué lo dice? ¡Es mi meta!
-Por mi experiencia, bueno Helen Rothernen, fue un placer tropezar contigo...
- Jajaja, igualmente Kraust. Hasta otro día.
Kraust le sonríe y guiñándole un ojo, se aleja.
Sale del edificio satisfecho, saca de sus bolsillos unas llaves y entrando a su auto las enseña a Helen que lo espera ansiosa.
- ¡A tu casa jovencita!
Helen nerviosa entra a su hogar con Kraust, buscando a la madre pregunta,
- ¡Madre!, ¿Dónde estas?
-Aquí arriba, en el ático.
Helen sube, mientras Kraust queda esperando en la sala.
-¿Qué haces?
-Buscando unos abrigos, ¿Qué paso? Dijiste que estarías fuera unas semanas.
-Así es, pero me confundí, mañana es que nos vamos. Madre traje un compañero, tenemos que preparar un informe, ¿No te molesta?
-Claro que no, pondré un plato más en la mesa.
-Estaremos en mi cuarto, por favor, Aimee no debe entrar.- mira a su madre y abrazándola le da un beso.
-¿Y eso?
-Porque te amo mamá, te amo mucho.
-Gracias mi amor, yo te adoro. Ve atiende a tu compañero, les avisaré cuando este la comida. ¿Quieres que les lleve algo de beber?
-No mamá, solo necesitamos privacidad. ¿Y Aimee?
-Esta donde Jenny.
Helen mira con amor a su madre y sale, unas lágrimas brotan de sus ojos y el dolor lacera su corazón, sabe que la perderá, sabe que no puede hacer nada.
Pasan la noche en una tertulia familiar, Kraust ve feliz a Helen, ve como atesora cada instante y vigila, teme que el amor la domine y olvide su misión. Teme hacerla sufrir pero millones de personas morirían por su debilidad, Kraust la ama pero también ama su mundo.
Sentados en el porche, Kraust y Helen saben que en unas horas deberán llevar a la familia al aeropuerto, hacer que todos suban al avión, aquel que los llevara a un viaje sin retorno. Helen se pregunta -¿Cómo podría cambiar esto sin cambiar el futuro?-
Kraust la mira y adivina sus pensamientos y tomándola de las manos dice:
-He temido este momento Helen, es hora de decidir, tu familia o el mundo. Sé que es difícil, pero eres alguien que eligieron por su capacidad y sabes hacer lo correcto. El Dr. Me dio esta carta para ti. ¡Léela!
Helen abrió la carta y llorando se la entrego a Kraust, este también la leyó y sus manos empezaron a temblar, seria un sacrificio muy grande, sintió que todo valía la pena, comprendió que el amor era una fuerza poderosa.
- ¡No Helen!, no es la solución, por favor pensemos, quizás el Dr. se equivoca.
-No Kraust. Está en lo correcto, es la mejor solución. Nada de esto hubiese ocurrido si no existiera el Proyecto Parwo-X, destruirlo evitaría todo esto, si yo no hubiese venido, el mundo tendría futuro. ¿No entiendes Kraust?, hoy soy yo que cause el problema, pero como dice el Dr., mañana vendrán otros que cambiarían otro suceso, en aras de un mejor futuro o motivados por deseos personales, la historia tiene un porque y los hechos que se derivan de cada suceso son las razones. El ser humano aprende de sus errores, las guerras destruyen pero afianzan en los corazones el deseo de libertad, no la desearíamos si no la perdiéramos.
Hemos pasado por miles horrores, el Holocausto, Hiroshima, Vietnam, las guerras, los viajes espaciales, todos y cada uno de esos hechos dejaron tras de si un efecto, ideales, cambios. Debemos destruir Parwo-X, es la solución. Sabía que así era.
-Helen, lo comprendo, pero no podrás volver. Morirás, no puede existir dos helen en un mismo mundo.
-Lo sé, no me quedaré aquí, me iré a una época donde aun no nací. Viviré aislada, así no causare daño.
- Está bien. Te ayudare con una condición, me iré contigo. ¿Cuál es el plan?
-Gracias Kraust, si lo deseas te acepto. Según el Dr. debemos destruirlo antes de su inicio. El Dr. inventó el proyecto, pero jamás debió hacerlo, ahora lo comprende, desea que quememos los papeles antes que el gobierno los ejecute. Borrar todo. Volver al pasado, nos da la fecha exacta que inicio esta locura, nos explica que después de destruirlo, tendremos aproximadamente unos 15 minutos para volver donde yo desee y luego la nave se esfumará.
-Bien, entonces vamos a hacerlo y luego te seguiré donde desees.
-Gracias Kraust, sabia que podía contar contigo. Prefiero esto a ser yo misma quien lleve a los brazos de la muerte a mi hermanita. ¿Cuál época te gusta?, ¿Pasado o futuro?
-Si es a tu lado, ¡Cualquiera!, Helen, ¿no extrañaras a tu esposo y a tu hijo?
-A mi esposo, no, hace mucho que nos perdimos. A mi hijo, si, pero sé que vivirá, si no lo hago puede morir. Prefiero morir yo para él.
-Entiendo. Dejaré que tu decidas donde iremos, si es a tu lado será el paraíso.
-Te amo kraust
-Yo también Helen.
En silencio partieron a la base, sentían que salvar sus mundos valía la pena y unidos afrontarían esta misión. Kraust seguiría a Helen sin mirar atrás, todo cuanto necesitaba estaba en aquella mujer que le había enseñado lo que era amar.
Helen con dolor en el alma dejaría su mundo y su hijo, el dolor de no verlo más era desgarrador, pero sabia que él jamás la olvidaría. Tener a kraust y sentir de nuevo el amor la confortaba y hacia más fácil emprender una nueva vida. Solo deseaba que pudieran tener tiempo antes de que la cápsula se esfumase, de no ser así moriría, solo que no lo haría sola, vería también morir a Kraust.
VI
Todo había sido perfecto, llegaron al pasado al que el Dr. les había señalado, solo necesitaban encontrar al Dr. y convencerlo de destruir su invento o tendrían que hacerlo ellos mismos, seria más difícil pero no imposible. El Dr. les había facilitado la información para encontrar a su yo pasado.
Helen y Kraust lo esperaron en el estacionamiento por horas. Ya amaneciendo lo vieron salir, abordándolo lo secuestraron.
-¿Qué pasa, quienes son ustedes?
-Calma Dr. no queremos hacerle daño, solo deseamos hablar con usted. Entre- le dijo Kraust, empujándolo suavemente al vehiculo. - Puede confiar en nosotros, ella es la agente Helen y yo Kraust, tenemos que hablarle del proyecto Parwo-X- Somos parte de su proyecto en el futuro.
-¿Parwo-X?, ¿Cómo saben de él?, ¿Dijo que vienen del futuro?
-Si Dr.- dijo Helen -su proyecto es todo un éxito, hemos venido en su cápsula. ¿Le gustaría verla?
Mientras Helen le informaba al Dr. todo sobre el proyecto y porque habían venido al pasado, le entrego la carta donde el mismo, en el futuro, explicaba el porque debía evitar que el proyecto triunfara y le pedía que lo destruyera. El Dr. escucho callado y aun con desconfianza, pero al leer la carta comprendió que era su propia letra y empezó a sentirse confuso, su proyecto era la culminación de su trabajo de tantos años y le pedían destruirlo.
Kraust llego donde estaba la cápsula y en silencio condujo al Dr. a verla. El Dr. se convenció de la veracidad de sus palabras y entre los tres planearon destruir todo al amanecer. Entrar a las dependencias del laboratorio no seria fácil, pero el Dr. se encargaría de introducirlos.
Volviendo a la ciudad dejaron al Dr. en su casa, quedando en verse a las 7:30 AM. Del otro día. El Dr. les facilitó dinero y los vio alejarse.
Kraust y Helen ignoraban la lucha interna que mantenía el Dr. entre lo correcto y la fama. Se alejaban esperanzados en terminar al otro día con la amenaza de sus mundos.
Casi no pudieron dormir, además de cumplir su misión se preparaban para viajar por última vez a un destino que aun no acordaban. Ir al futuro era lo más correcto, pero ignoraban que podían encontrar. Kraust, hombre práctico le planteo la posibilidad de esconderse en una isla desierta, sin importar si era pasada o futura. Helen recordó que en uno de sus viajes al futuro le hablaron de Xunea, una isla descubierta en el polo, oculta y donde sorpresivamente el clima era tropical y no seria descubierta hasta el siglo 25. Decidieron que aquella isla seria su refugio ideal. Helen busco la carta de navegación y encontró las coordenadas que los llevarían seguro a la Isla.
Felices dispusieron recoger lo más necesario para la supervivencia. Después de hacer varias compras y disponer todo en sus mochilas de viaje, cansados se durmieron.
El Dr. no pudo dormir leía y releía la carta de su yo futuro, buscaba una solución para no destruir tantos años de trabajo, sin encontrar ninguna. Luchaba contra sus deseos de triunfo, fama y el reconocimiento de sus compañeros científicos. Se habían burlado de él, lo había llamado fanático, soñador y algunos loco. Parwo era real, destruirlo era destruirse él mismo. No podía hacerlo. Debía evitar su destrucción. Aún estaba a tiempo para evitar los errores de la tripulante. Helen era el problema. No su proyecto. Helen era una mujer joven, era fácil evitar que naciera.
Tomando el teléfono dio instrucciones a un agente de su confianza, tenía toda la noche para llevar a cabo su idea. La muerte de los padres de Helen.
Amaneció y Kraust se encontró solo, ¿Dónde estaba Helen? Sin poder hallarla desesperado llamó al Dr. este lo cito en su casa. Kraust recordando la voz del Dr. se dio cuenta que lucia feliz, detuvo el auto y analizo la situación. Era un hombre acostumbrado al análisis y poco a poco llego a la conclusión que el Dr. tenia culpa de la desaparición de Helen. Camino al laboratorio vio un grupo de personas y policías, se detuvo con el presentimiento que lo que vería le daría la pista del paradero de Helen.
Allí estaban dos cadáveres, de una pareja joven, con horror vio que eran los padres de Helen. ¡Su Helen nunca existiría!, dando vueltas al vehiculo, se alejo rápidamente. Debía llegar a la cápsula, el Dr. era culpable y sospechaba que trataría de apoderarse de ella.
Recordaba como Helen la había conducido, no era difícil. Necesitaba volver en el tiempo. Aun la cápsula estaba ahí, había llegado a tiempo. Subiendo a ella coloco los controles a la fecha en el pasado cuando llegaron ahí. A lo lejos escucho unos autos y un camión llegar. No estaba equivocado el Dr. era el culpable. La cápsula giro hasta desaparecer, Kraust suplicaba por volver a ver a Helen.
Al llegar miro el asiento y allí estaba Helen, le sonreía con tristeza y como en una vieja película Kraust volvió a repetir lo vivido varias horas atrás. Volvían a esperar al Dr. pero esta vez ante una Helen sorprendida le dio muerte.
-¿Qué haces Kraust? Ese no era el plan- le grito una Helen horrorizada.
-Confía en mi Helen y ¡Sígueme!, te explico luego.
Helen confiaba en Kraust y aunque no entendía, lo siguió. Kraust penetro al laboratorio y sin ser vistos llegaron a las oficinas del Dr.
-Busca los planos, tú los conoces.- le pidió a Helen
Helen y él empezaron a buscar, después de varias horas, sin hallarlos, Kraust encontró una caja fuerte, oculta tras un panel falso en la pared.
-Aquí deben estar.
-¿Y cómo la abrimos?
-Fácil, Helen he sido mucho tiempo agente y aprendí con los mejores, sé abrir cajas fuertes, esta es antigua, para mí será muy fácil.
Helen lo observaba callada y vio la destreza de Kraust, en unos momentos estaba abierta. Allí se encontraba todo lo del proyecto. Saliendo en sigilo, volvieron al auto, Kraust para evitar equívocos, llego hasta la casa del Dr., revisando todo comprobó que allí no guardaba nada.
Volviendo al auto salieron rumbo a la cápsula. Camino a ésta le explico a Helen todo lo que había ocurrido. La traición del Dr. lo que lo obligó a matarlo. Era él o Helen.
Dispusieron la cápsula a la coordenada deseada, viajaron en silencio, unas lágrimas rodaban por el rostro de Helen, decía adiós en silencio a su hijo, su corazón de madre sufría y a la vez la esperanza nacía porque le dejaba un mundo mejor. Kraust la miraba en silencio, la luz dividida en miles colores iluminaba el rostro de Helen, aquellas lágrimas parecían joyas.
¡Cuánto la amaba!- pensó y comprendió que su mundo era ella, sin importar el tiempo o espacio ni donde quedara. Era su mujer para siempre.
Helen lo miro y el amor que reflejaban aquellos ojos, le decían que Kraust la amaba como siempre soñó ser amada. Serian un hombre y una mujer en una isla solitaria, pero nunca estarían solos llevaban con ellos el amor.
En una isla virgen, oculta por enormes montañas cubiertas de hielo, allí sorpresivamente, como regalo del cielo, el calor abrazaba con amor sus cuerpos; los pájaros cantaban recreándose con el verdor, que como esmeralda engalanaba el paisaje. A lo lejos un fuego rústico quemaba los últimos vestigios de una vanidad humana, ser dueños del tiempo, vanidad sin medidas que hubiesen destruido el mundo y una cápsula poco a poco se esfumaba dejando atrás su mal designo.
Dos cuerpos, cual ángeles, desnudos de toda vanidad, se amaban y su sudor bañaba la tierra acompañado de un suave murmullo, que como una hermosa plegaria decía: - ¡Ámame aquí, donde nace la vida!
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Liliana -
camilo -