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Ecos Del Alma

Los Gemelos

Capitulo 1

Por largas horas contemplo su cara, él hablaba y hablaba, pero sus palabras eran tan cotidianas, que ya no las escuchaba. Solo podía mirarlo, eran iguales y a la vez diferentes.
- ¡Leo!, ¿me estas escuchando?- grito furioso.
Leo lo mira, volviendo de sus reflexiones y emboza una sonrisa.
-¿Cómo quieres que no te escuche, Lázaro?, tienes horas vociferando. Siempre con el mismo tema. ¿No te cansas?, Gritas y gritas, pero al final sigues aquí.
-¿Qué pretendes? ¿Qué te deje aquí, solo?, Me quedo por ti, me preocupas. Si por mí fuera ya me hubiese ido de este infierno.
-Si es por mi, entonces, ¡vete!, no me iré hasta que no descubra la verdad. – Sintió en ese momento que todo volvía a su mente, jamás le había dicho a Lázaro de aquel sueño o lo que fuese. Recordarlo le dolía y le asustaba, si hubiese llegado a tiempo su padre aun viviría.
-¡Estas loco!, No te entiendo- Lázaro miro a su hermano gemelo con dolor, no entendía que le estaba sucediendo. Se sintió atado más que nunca y su rabia aumento...
-Volveré mas tarde y quiero respuestas, me canse de seguirte sin saber que es lo que te propones.- Sin esperar respuesta de Leo sale dando un portazo.
Leo lo mira alejarse y sabe que ya no debe callar, pero la desconfianza corroe su alma, tiene miedo y sabe que solo la verdad borrara su infierno.

(Retrospectiva…)

Leo cansado seguía estudiando, aun no se sentía preparado y su último examen seria en pocas horas. No echaría por la borda tantos años de estudios, ser abogado era su sueño.
Un frío recorrió su espalda, tiritando volteo hacia la ventana… ¡Santo Dios!, ¿Qué es eso?...
Allí estaba su padre, cubierto de sangre – Leo, ¡Ayúdame!, me muero.-
Leo paralizado de temor mira, ve como la sangre corre por su cuerpo, su cabeza cuelga grotescamente de lado, ve con horror como los ojos desorbitados de su padre lo miran6 y al escuchar de nuevo su grito: -¡Ven, Ayúdame!- Cae desmayado.
Al despertar, se encuentra en el suelo de su habitación y grita aun preso del horror de la visión. Mira con temor el lugar donde vio a su padre… ¡allí no hay nada!
Sacude su cabeza tratando de alejar lo que ahora piensa solo fue una pesadilla.
-¡Dios!, solo fue un sueño.- mira su reloj y corre a vestirse en pocas horas tendrá su examen.
Las horas pasan y Leo sale satisfecho del salón de examen. ¡Por fin, es abogado!
Se detiene frente al teléfono público, la noticia hará feliz a su padre. Su sueño se ha realizado. Su hijo, es ya un abogado.
- ¿Margot?, es Leo, ponme a papá.
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- ¿Qué?
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-¿Cuándo?
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Con mirada de horror suelta el teléfono, siente que la cabeza le estalla, su corazón late enloquecido y la imagen soñada vuelve con fuerza, escucha de nuevo aquel grito:
--¡Ven, Ayúdame!-



Capitulo 2

Cada vez es más difícil el recuerdo, no sabe porque, pero esta seguro. Su padre murió asesinado, pero no como todos creen, ¡no murió por manos desconocida!, él sabe que uno de ellos, ¡La familia!, es el culpable. Esta certeza lo inquieta, lo aterroriza, el peligro aun acecha su casa, el horror, aun no termina.
Solo él no estaba presente ese día.
Lázaro, su hermano gemelo, Margot, su madrastra, Juan, su tío y Pedro, el secretario de su padre, estaban aquella terrible noche. Sabe con certeza que uno de ellos fue, desde ese día la traición se siente en el aire, todos sin hablar lo sienten, lo saben. ¿Pero cual de ellos fue? Esa es la verdad que necesita o la voz de su padre jamás saldrá de su mente.

-¿Leo?, ¿no me escuchaste? Tengo ratos llamándote, el Señor García acaba de llegar.
Todos estamos reunidos en el despacho. Solo faltas tú.- dice Margot, fastidiada de tener que subir a buscarlo.
Leo la observa, ve que aquella mujer es joven, bonita y elegante. Se pregunta si pudo amar a su padre o solo fue su dinero.
-¿Por qué me miras así, Leo?- le pregunta Margot inquieta.
-¿Mirarte cómo, Margot?
-No sé, olvídalo, estoy nerviosa Leo, siento que nada es igual en esta casa. Estoy deseando dejarla. Quizás lo haga pronto.
Leo la escucha y siente que la verdad es difícil, pero cada vez se siente más cerca de ella.
-¿Te vas?, es cierto que la casa es nuestra, Margot, pero nadie te está botando. Puedes quedarte todo el tiempo que desees.
-Gracias Leo, pero el recuerdo me agobia. Necesito irme por un tiempo.
-Te comprendo, pero no puedes. Aun se investiga el asesinato.
-¡Asesinato!...Lo sé… lo sé. ¡Oh, Dios, ¿Cuándo terminara todo esto?
-Calma Margot, bajemos, dijiste que nos esperan, ¿No?
-Sí

El Señor García, notario de su padre, lee el testamento. El cual no es una sorpresa, siempre supieron que salvo una buena cantidad que dejaba a Margot y unas gratificaciones a sus leales empleados, toda la herencia es para los gemelos, sus únicos hijos y herederos. García después de terminar, entrega un sobre a Leo, explicándole que éste llego en el correo del día, era del difunto, el cual pedía al notario entregar a Leo en caso de que él muriese asesinado.
Todos se miran inquietos, la certeza de lo sospechado es palpable. Nadie habla, miran a Leo y este mira a cada uno de ellos, late con fuerza el miedo.
Leo con la carta en las manos sale del despacho, siente que el terror lo oprime. ¡La suerte estaba echada! La fingida carta de su padre, que con el notario había acordado usar, traerá hacia él al asesino. Traerá por fin ¡la verdad!
Sabe que corre peligro, pero debe ayudar a aclarar su muerte. Quizás de esa forma se sentirá menos culpable.
Sube a su habitación y guarda la carta. Se sienta de cara a la puerta y espera… espera a los miembros de la familia, uno a uno entraran a preguntar y entre ellos el asesino o los asesinos…siente de pronto que quizás es mejor no saber, baja la cabeza y con rostro de dolor, con rostro de saber, mira al vacío, como aquel que no sabe que hacer. Así desea lo vean, así espera, con la certeza que la muerte acecha y su vida peligra.

-¿Leo?, ¿puedo pasar?- dijo Juan, su tío, mirándolo preocupado.
-Pasa tío.
-Leo, no sé que te dice tu padre, pero creo que no debió dejarte tan terrible carga. Si deseas puedo ayudarte, cuéntame de sus sospechas.
-¿Sospechas?, no tío, dice muy claro el nombre de su asesino.
-¿Sí?, lo conocemos. ¿Cuál fue el motivo?
- Si lo conocemos, es uno de nosotros.
-¿Qué?, ¡uno de nosotros! ¿Quién?
-Perdona tío, debo analizar que hacer. Luego te lo contaré todo.
-¡Santo Dios, un asesino en la familia!, ¿Sabes el peligro que corres?
Leo lo mira y ve a un hombre viejo, nervioso, asustado y con infinita tristeza responde:
-La familia, ¡ese es el problema! Debo hacer lo mejor para todos.
-Cuídate Sobrino, ya sabes, si me necesitas solo dímelo.
El primero, ¿Cuál seria el próximo en aparecerse?

Trataba de recordar cada uno de los rostros al entregarle la carta, en el tío vio sorpresa, temor. Su madrastra se puso blanca, casi diría al borde de desmayarse. Su hermano, vio miedo y a la vez rabia, algo que le intrigo y en el secretario vio terror.
Cuanto le gustaría que el asesino fuese Pedro, el secretario, este no pertenecía a la familia. Pero sabía que solo lo deseaba por eso.

-Señor Leo, ¿puedo pasar?
-¿Qué sucede Pedro?, Sí, pasa.
-Perdone que lo moleste, pero estoy muy preocupado. No sé como decirle, esa carta de su padre me ha puesto nervioso. Sé que ella significa que el asesino es de la casa y temo me culpen. Sé que intentarán hacerlo.
-¿Culparte? ¿Intentaran hacerlo? ¿A que te refieres Pedro?
Si eres inocente, no debes temer nada.
-Señor Leo… es que yo sé algo, pero le juro que no he hablado de los anónimos.
Leo piensa de prisa y decide parecer al tanto de estos anónimos.
- ¡Ah!, los anónimos, sí, mi padre me cuenta de ellos. Me alegra que los mencionaras. Pedro, cuéntame todo.
-¿Su padre le contó? Pues el me pidió silencio, pero después de su muerte ya no tengo que callar. Le diré todo lo que sé.-
Pedro pone al tanto a Leo de las cartas anónimas que recibió, Don Joaquín, su padre, cartas que le causaron un gran asombro y dolor. Su esposa, Margot, lo traicionaba y la traición era mayor, porque era con uno de la familia. En las cartas no mencionaba quien era el traidor,
Su padre le pidió a Pedro contratar un detective para averiguarlo. Esto sucedió el día antes de su muerte. Al otro día fue brutalmente asesinado.
Pedro encontró su cadáver, los anónimos habían desaparecido. El creyó que el mismo Don Joaquín los había desaparecido y callo esto a la policía por el juramento hecho.
-Hiciste bien, Pedro. Esto es un asusto de la familia.- Leo lo mira y algo le dice que el secretario oculta algo más.
-Me alegra que usted este de acuerdo, Don Joaquín no deseaba el escándalo.
Gracias por escucharme, ya estoy más tranquilo. Usted me dirá que hacer al respecto.
-Por ahora callar, ahora déjame solo, dile a Margot que deseo verla.
Pedro, ¿Seguro que no sabes nada más?- Pedro lo mira asustado y rápidamente responde:
-¡No!, lo que sé ya se lo he contado. Avisaré inmediatamente a Doña Margot, Señor y de nuevo gracias.-

La maldad es mayor de lo que podía imaginar, asesinaron a su padre y también fue traicionado. ¿Por qué no acudió a él? ¿Cuánto habrá sufrido?
Leo siente que descubrir la verdad es ahora más que nunca su única razón. ¡Vengará a su padre! Ya no le importa la familia. Sus ojos brillan y una lágrima cae, solloza en silencio y la soledad, la rabia y el dolor hacen presa de su alma.

-Leo, Pedro me dijo que deseas verme.- Margot nerviosa se sienta frente a Leo, su mirada refleja el temor que la embarga. Leo la mira con asco, desprecio y furia.
-¿Por qué lo traicionaste? ¿No te basto vivir como una reina? ¿Por qué, maldita puta?
¿Por qué con uno de la familia?
Margot lo mira con espanto, su cara se transfigura por el temor, se ve grotesca, su belleza pierde ante la culpa que la corroe.
-¡Perdóname! ¡Fui débil! Te juro que trate de evitarlo, pero él me embrujo. En el encontré el amor. No deseaba herir a tu padre. ¡Oh, Dios! Nunca lo hubiese hecho, ¡le debía tanto!
-¿Te embrujo? ¡Puta!, mi padre te amaba. Te lo dio todo. ¿Amor? No blasfemes, tú no sabes de amor. Tú eres una puta egoísta. ¡Maldita!
Margot llora histéricamente y mira a Leo, siente que le invade el odio, que nada le importa y decide castigarlo. Verter todo su odio en él.
-¿Egoísta?, ¿Maldita?, ¿Ramera? ¿Y tú hermano qué?
Leo retrocede aterrado, sin poder creer tanto horror, ¿su hermano? ¿Lázaro amante de la esposa de su padre? Mira a Margot… siente que las nauseas lo traicionan, le da la espalda y fríamente le dice:
-¡Sal de aquí!, recoge tus cosas y vete de mi casa. Ruégale a Dios que solo seas una traidora, si tienes, también, algo que ver con la muerte de mi padre, maldecirás el día que llegaste a nuestras vidas. ¡Te pudrirás en una cárcel! No tendré piedad de ti. ¡Vete!-
Margot sale corriendo del cuarto, descubriendo tarde que su odio la ha perdido.




Capitulo 3

Leo, cae de rodillas, siente que parte de él muere. Su hermano, ¡Su gemelo!, ¡con la mujer de su padre! Se siente al borde de la locura, su corazón late apresurado, la cabeza le duele. Se siente paralizado.
Poco a poco se levanta y se asoma a la ventana. No necesita averiguar más, posee la certeza de conocer la identidad del asesino. ¡Su hermano!, duele seguir, duele vivir.
Lázaro entra sigiloso, lo ha escuchado todo, se sabe perdido. En sus ojos se percibe la decisión. El tiempo apremia.
Vierte en el agua de su hermano el veneno, lo mira y se esconde.
Leo se siente cansado, ha librado la peor batalla de su vida: la verdad o el silencio. Su padre o su otro yo, su hermano gemelo.
Se acerca a la mesa y se sirve un poco de agua, aun con el vaso en las manos se sienta, sabe que en cualquier momento Lázaro entrará por esa puerta. Lo espera.
Poco a poco siente ardor en sus entrañas, frío en su alma, una certeza lo invade, ¡Muero!
Su hermano se acerca, lo mira a los ojos, ya nada queda de aquel Lázaro, Leo siente como la muerte llega, mira a su hermano y trata de hablar…con un último esfuerzo dice:
-¿Por qué?
Lázaro lo mira y con odio responde:
-Soy tú, pero el tú malo.
Ahora eres yo, ¡muere mi yo!
Queda el tú., ¡Hasta nunca, Lázaro!, ¡Arrepentido asesino!
Leo cierra los ojos, su alma se despoja de su cuerpo. Ve con tristeza como Lázaro lleva su cuerpo hasta la otra habitación, deja una carta al lado de su cuerpo donde explica su suicidio.
Sonriendo cierra y sale…
Lázaro camina triunfante convirtiéndose en Leo. Vuelve a la habitación y se sienta, ocupando su lugar. Una irónica sonrisa surge en su cara y piensa:
- Mañana la noticia: ¡Lázaro se ha suicidado!-
El nuevo y falso Leo espera la mañana, con la certeza del triunfo.

Una luz rodea el alma del verdadero Leo, ve a su padre que triste lo espera, se eleva dejando atrás su cuerpo, la vida.
La voz de Lázaro, ahora Leo, a lo lejos se escucha:
¡Adiós mi yo!... jajaja… ¡Bienvenido el Tú!




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