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Ecos Del Alma

El Barrio Las Flores

El Barrio Las Flores Prólogo

Amanece y el sol baña las casas. Sus tiernos rayos golpean los parpados de los vecinos, despertándolos.
Algunos, en silencio se preparan para la jornada del nuevo día y otros, con un poco de bullicio.
-Es grato el trajín del nuevo día y verlos partir a sus trabajos o a la escuela- piensa Dorotea
Cada día era la misma rutina, el mismo sonido acostumbrado quienes acompañaban el despertar del barrio.
Un día, el vecindario despertó a una hora desacostumbrada, una melodía los despertó antes que el día, era un canto a la vida, al amor y al nuevo día.
Aunque la voz no era desagradable, los vecinos se sintieron irritados, dentro de su pobreza, problemas y cansancios, dormir era un placer, que no permitían le quitaran,
-¿Quién rayos, canta a estas horas?- gritaban algunos
-¿Es que no tiene respeto?- gritaban otros
- ¿Y esa loca? Rómpele la boca - grito el bravucón del barrio
Todos se levantaron al ver que el canturreo seguía, dispuestos a poner en su lugar a la atrevida.
De repente los gritos silenciaron y la canción continuó, los vecinos volvían a sus hogares, cabizbajos y avergonzados.
- ¡Eyyyyyyyyyyy!, María, ¿Qué pasó?- pregunto Dorotea
-Nada chica, la nueva vecina que nos ha callado.
-¿Callado? ¿Los mandó de paseo? (Expresión popular que significa los mandó al infierno, a la m…etc.)
-¿Qué?, ¡No!, al contrario, se disculpo, pero la verdad que le hicimos creer que no nos molestó su canción. Tendremos que acostumbrarnos. Por lo menos no canta feo.
-¿Qué no les molestó? Ahora si no entiendo nada. Pero si iban dispuestos a callarla.
-¿Sabes que encontramos? Una mujer como de unos 50 o 55 años que tuvo un accidente junto a su único hijo, ella quedó paralítica y su hijo ciego.
Ella canta para agradecer el día, inventa canciones para no olvidar las cosas sencillas, como el amanecer, una flor, el sol y la dicha de estar vivos. Al llegar y ver ese cuadro nos dimo cuenta que así es feliz, ¡Ay! ya la vida la golpeó, nosotros no vamos a golpearla de nuevo. Dorotea miró a María y vio como luchaba por evitar las lágrimas.
- Es curioso, la chismosa del barrio conmovida, Mmmm. eso será por unos días. Luego desnudará a la pobre paralítica hasta descubrir de qué color usa la ropa interior.
A María no la para unas piernas muertas ni ojos sin vida.- pensó Dorotea mientras la veía alejarse.
Dorotea se sirve su café y acompaña el placer de su aroma y sabor con los recuerdos de ese amanecer en el barrio. Hacen muchos meses atrás que en secreto escribe el día a día del barrio. Un barrio como muchos, con sus alegrías, tristezas y pobreza. Un barrio humano, vivo.

El tontín

Manolo y Josefina eran felices, la vida había premiado sus horas de arduo trabajo. Sus panzas ya no gritaban de hambre y sus cuerpos habían dejado atrás el tiempo donde solo se cubrían de ropaje de terceros. Su pequeña bodega ahora era un próspero supermercado. Los vecinos del barrio se alegraban de su merecida suerte.
La vida les sonreía pero, poco a poco, sus corazones se olvidaron de sus orígenes humildes, de las veces que algún vecino sació sus agitadas tripas o los socorrió con algún dinerito.
Como nuevos riquitos los vecinos ahora les avergonzaban.
A Julia, su única hija, la apartaron de sus amigos de infancia, aquellos con los que su niñez transcurrió protegida y querida. Ahora solo salía con jóvenes, que como ellos decían, de su círculo social, jóvenes merecedores de su posición económica. Reuniones sociales en el club, discotecas, fiestas donde don fulanito, ropa de marca, lujos, amigos con clase, alcohol y trasnoche eran ahora su mundo perfecto, donde la valiosa hija habría de encontrar un matrimonio adecuado.
De una niña estudiosa y humilde, a Julia la habían convertido en una joven fatua.
Los vecinos se sentían dolidos y aún no entendían el porque ellos aún permanecían en el barrio, aunque habían mejorado y modernizado su antigua casa no se mudaron del barrio que sentían no estaba a su altura.
Lolo, el tonto del barrio, era el único que aun frecuentaba la casa de Josefina y Manolo pero solo como jardinero, ya que poseía un don especial para las plantas.
Lolo era uno de los niños que jugó con Julia y desde pequeño se había autonombrado su protector. Era un joven de piel curtida por el sol, de enormes ojos negros, cuerpo atlético y bello rostro. Su lentitud para hablar y dar una respuesta antes una pregunta lo había hecho merecedor del mote Tontín. Así como muy querido por todos por su gran corazón, fidelidad, honestidad y disponibilidad de ayuda.
Lolo acudía a cuidar el jardín de la casa de Julia, solo por cuidarla, por seguir a su lado aunque sea en su condición de jardinero. Julia a pesar del orgullo no podía dejar de querer a Lolo, en su corazón estaban grabadas las veces que de pequeña Lolo fue su ángel guardián, quien seco sus lágrimas, curó una herida o le evitó desgracias.
Cada miércoles y sábado, Julia veía llegar a Lolo y a escondida de su madre charlaban. Allí junto a él, volvía a ser aquella niña humilde y feliz.
Un miércoles Lolo encontró a Julia llorando, sintió que aquellas lágrimas laceraban su alma, acercándose a ella le preguntó – Julia, ¿qué tienes? ¿Te caíste? ¿Te duele algo?-
Julia miró a su gran amigo y aún más angustiada respondió entre sollozos – Lolo, estoy desesperada, ¡quisiera morirme!-
-¿Morirte? ¿Por qué? ¿No sabes que los muertos huelen mal? ¿Me dejaras? No conozco el camino de sus casas.-
- ¡Ay!, Tontín, que cosas dices. Estoy desesperada, no sé que hacer.-
-Ven, cuéntame que pasa, tu Lolo te ayudará, ¿no lo he hecho siempre?-
Julia lo mira con amor y desahogando su alma le confía que esta asustada, no sabe como pasó ni con quien, ya que estaba borracha y no recuerda mucho, pero sabe que se acostó con un hombre. Lo sabe porque al despertar en la habitación del hotel vio manchada de sangren en la cama. ¡Perdió su pureza y no sabe con quien!
Su mente se atormenta constantemente con las mismas dudas: ¿y si esta contagiada con sida u otra enfermedad venérea o la han embarazado?


Lolo la mira con tristeza, su bella Julia, su hada, ya no es pura, solo una flor cortada por un mal jardinero. ¿Cómo reparar el daño? ¿Cómo sembrar de nuevo una planta arrancada sin cuidado y de raíces dañadas? De pronto recordó aquella plantita que una vez salvó, solo necesito paciencia y amor. ¡Eso es! se dijo.
-No te preocupes mi reinita, aquí está tu Lolo, Vamos al médico, yo te acompaño, así sabremos que tenemos que hacer.
Al otro día Lolo acompaño a Julia al médico, después de varios exámenes todo resultó negativo, no estaba contagiada. Pero lo del embarazo, aún era muy pronto para determinarlo.
Lolo y Julia estaban felices, la muerte no la rodeaba.
Lolo le propuso a Julia casarse y si con los días o meses resultaba embarazada, no habría escándalo. Luego si no lo estaba, ella podría separarse de él.
Julia, miró a Lolo y descubrió en ese instante la belleza de su alma. Acepto lo propuesto y en el mayor de los secretos se casaron días después.
Meses después se supo la noticia, de la boda secreta y el embarazo de Julia.
El barrio estaba sorprendido, los padres de Julia inconsolables y Julia y Lolo felices.
- Lolo, que calladito lo tenías bribón.- le dijo un vecino
-¡Quién te ve, Tontín! Creo que de tonto no tienes nada- le dijo otro
-¿Cómo lograste enamorarla? Cuéntanos Lolo, Vamos dinos el truco.- le preguntó el más atrevido.
- ¡Ah!, es fácil, las mujeres son como las flores, aman al mejor jardinero. Yo seré Tontín pero no de corazón.- y sonriendo se alejó dejando a los vecinos con la certeza que nuestro tontín era un sabio.
Meses después nació una hermosa niña, nadie podía dudar de quien era. Mirar su carita era ver, la de nuestro Tontín.


"El secreto de Ana Rita"

Ana Rita no podía olvidar, vivía aferrada al ayer. Ayer de dolorosos recuerdos. Día a día esperaba su regreso, callada, solitaria, buscando su silueta en el horizonte.
Los vecinos la miraban con tristeza, el dolor dibujaba caminos de lágrimas en su rostro. Nadie sabía el porque de su gran pena, muchas historias se tejían sobre ello. Solo yo conocía la verdad.
Ana Rita tenia sedienta su alma, pero nada la apagaría, solo el regreso de su amado.
Un amado que por ideales y el cruel destino le habían arrebatado.
Solo su juramento mantenía con vida su alma. ¡Volveré!
Veinte años han pasado y aquella joven que una vez fue había muerto dándole paso a una mujer madura, triste y solitaria y en su mundo seco. Hasta el paisaje alrededor de su casa había muerto, allí, ni los pájaros rompían el silencio de su llanto.



Era un día hermoso del verano del 1947, los jardines de su casa lucían sus mejores ropajes, adornados de miles amapolas. Los pájaros con sus trinos despertaban el día y el corazón de Ana Rita latía pleno, feliz y enamorado.

-¡Buenos días! niña. Su madre le recuerda que debe estar lista para el desayuno.
-Mmmm, Yami, ¿No es muy temprano?
-¡Ay!, Ana Rita, mi niña, si son más de las ocho.
-¿Más de las ocho?, ¡Rayos Yami, ayúdame, pronto llegaran los Ocampo, quiero estar hoy bella.
-Mmmm. ¿Por los Ocampo o por el niño Juan Alejandro?
-Shhhhh, Yami. Jajaja

Mientras la alegría llenaba los rincones de aquella casa, no lejos de allí, un grupo de jóvenes se reunían en el mayor secreto, hermanados por un ideal, la lucha contra la tiranía que arropaba el país.
Juan Alejandro Ocampo, un mozo de buen corazón, gallardo y con fuertes ideales patrióticos, era uno de aquellos jóvenes.
Estos jóvenes luchaban por la libertad, poniendo sus vidas y la de sus familiares en peligro. Pero su amor por la patria valía eso y más.
La familia Ocampo, de clase media, poseían varias tiendas, una de ellas cerca de la plantación de Caña, propiedad de los Del Valle. Francisco Del Valle y Juan José Ocampo habían compartido una fuerte amistad desde la infancia, nunca les importó que fueran de distinta clase social. Su amistad era verdadera, Francisco al crecer mantuvo esa amistad a pesar del disgusto que le ocasionaba a su esposa,
Lucia Del Valle, dama de la alta sociedad, amante de las fiestas, el lujo, vanidosa, egocentrista y poco afectuosa. El que dirán era su mayor preocupación.
Don Francisco, sin embargo, era de alma humilde, cariñoso, incansable amante del trabajo y un hombre que valoraba las personas por lo que eran y no por lo que tuvieran. Los que dirán de esa sociedad hipócrita y vanidosa no le interesaban.
Juan y Ana Rita, crecieron juntos y al crecer ese cariño fue convirtiéndose en un amor fuerte y verdadero. Ana Rita temía la reacción de su madre al enterarse de su relación con Juan.
Juan, como hombre bien criado, decidió poner en conocimiento de los padres el amor que sentían.

- Niña, dice su madre que le esperan.
-Yami, ¿Ya llegaron?
-Si
-¿Cómo me veo?
-Bella como siempre, el Juan quedará maravillado.
-¡Ay!, Yami, estoy asustada.
-¿Por qué?, su padre quiere mucho a los Ocampo, él vera con buenos ojos su relación con Juan Alejandro.
- Lo sé, Yami, mi miedo es mamá, sabes como es.
-Bueno a ella no le gustará,no son de su
clase, pero no temas niña, ya su padre la controlará.
-Ojala, Yami, ¡Ojala!

Juan Alejandro se sentía nervioso, hoy pediría el permiso al amor de Ana Rita, sabía que la madre lo rechazaría, pero tenia la esperanza de contar con la ayuda de Don Francisco.
Se dirigió a su hogar en busca de sus padres. Esa mañana estaban invitados a desayunar con los Del Valle, para celebrar el cumpleaños de Don Francisco. En esa reunión aprovecharía para dar a conocer su amor por su Ana Rita.

-¡Ey!, Juan. Te estaba buscando- le grito Carlos, uno del grupo secreto de Juan, muy nervioso y asustado.
-¿Qué pasa Carlos?
-¡Nos descubrieron!, Atraparon a León, debemos salir del país o escondernos, pronto sabrán quienes somos.
-¿A León?, pero ¿Cómo?
-La sirvienta lo delató.
-¡Maldición!, ¿lo saben los demás?
- Si, vete hoy mismo, León aunque no lo deseé hablará, lo llevaron a La cuarenta.
- ¿A La Cuarenta?, Entonces está perdido y nosotros con él. Hoy mismo me iré.
-Yo también. ¡Cuídate amigo!

Ambos jóvenes se alejaron, llevando en sus corazones el temor, la incertidumbre del mañana y el dolor de una patria sin esperanzas.


-¡Buenos días Juan!, Por fin llegas, ya estábamos angustiados, Don Francisco nos espera.- lo recibió la madre dándole un beso.
-Perdone Madre, en unos momentos estaré listo. ¿Esta Papá en el estudio?
-Si

Juan Alejandro, busca a su padre y en pocas palabras lo pone al tanto de la situación, pidiéndole perdón por haber expuesto toda la familia. El padre comprende que la muerte asecha su hogar y decide huir del país para salvar a su familia. Su hijo odia la tiranía, luchó contra ella exponiendo su vida. Don Juan comparte sus ideales, ¡una patria libre! -¿Cómo regañarlo?- piensa lamentando que su sueño haya muerto.
Antes de marchar visitan a los Del Valle y se despiden de Francisco y su hija. Juan Alejandro, mientras abraza una Ana Rita que llora, en silencio maldice al destino que lo separaba de su amada. Perdía en un día, sus sueños de una patria libre y la mujer que amaba.
Todo pasó tan de prisa que solo un recuerdo quedo grabado en el corazón de aquellas almas jóvenes, en Ana Rita la promesa de Juan Alejandro de volver por ella y en él las palabras de amor eterno y esperarlo de su amada.

Los años transcurrieron y el país siguió sufriendo la crueldad del tirano, la sociedad vivía en el temor y los patriotas morían vilmente asesinados o escapaban dejando atrás familia y patria.
Ana Rita, no tuvo más noticias de Juan Alejandro, desde que marchó junto a su familia, pero su corazón no lo olvidaba.
Sus padres murieron y ella quedo sola en aquella casa, los vecinos no entendían el porque de tanta soledad y tristeza.
Solo yo conocía su historia, solo yo, cada tarde, en aquel jardín, un día hermoso y ahora seco por el silencio de su llanto, la acompañaba en su eterna espera.
Una tarde, como tantas, me acerque a su jardín y la encontré muerta, de sus yertas manos una carta se había deslizado, la tomé y al leerla descubrí la causa de su muerte. Su amado Juan Alejandro había muerto, su hijo le enviaba una carta complaciendo su último deseo.
Solo unas cuantas palabras, le había escrito, aquel que tanto esperó.

Ana Rita, mi amor:
No pude volver, perdóname. Después de muchos años me casé. Nunca te olvidé, fuiste la mujer que más amé.
Hasta que nos volvamos a encontrar.
Tu Juan


Ana Rita ya no tenía una razón para vivir, pero si una razón para morir.
Guardé la carta y busque en el horizonte, aunque nada vi, sabia que Ana Rita se alejaba en busca de su amor, dejando atrás el silencio de su llanto.





El Profesor

En todo barrio siempre existen varios personajes que forman parte del barrio mismo, hoy referiré la historia del loco del barrio, el Profesor Miguel.
El profesor Miguel, además de sus extravagancias, es un loco muy peculiar.
Es un hombre culto, buen orador y poeta. Cuentan los vecinos que fue un joven muy estudioso, graduándose de la universidad en literatura a muy temprana edad.
Su ir y venir en el barrio, sin hogar fijo, comiendo en la casas que elegía según su deseo y cuidado por todos. Su raído traje gris, su viejo maletín y sus acostumbrados discursos literarios o creer ser uno de sus poetas preferidos, son las características de este amado loco.
Cuando formamos parte del barrio, el Profesor Miguel nos incluyo en sus visitas, poco a poco al conocernos y tener en común nuestro amor por la poesía, el Profesor me deleitaba con innumerables poemas, a veces creyéndose un poeta famoso y otras con poemas de su propio ingenio.
Neruda, Rubén Darío, entre otros, visitaban mi hogar. El profesor era feliz en ese mundo fantástico.
Intrigada por tan peculiar personaje quise saber más de él.
He aquí la historia de nuestro amado loco.
El Profesor Miguel fue un estudiante brillante, de familia rica, buen hijo y vecino. Al cumplir 24 años ya ostentaba la licenciatura en literatura y era profesor en un colegio privado. Escribió en varios periódicos, una columna literaria. A la edad de veintiocho años logró su mayor anhelo, convertirse en catedrático de nuestra Universidad.
Miguel, tenía todo por cuanto se había esforzado. El amor, lo único que le faltaba, le llegó en la figura de Rosita, una bella joven, de veinte años, vivaracha, voluble y muy coqueta. Los vecinos se sintieron intranquilos al ver su elección, ya que esta joven era muy diferente a Miguel, serio, responsable, maduro y poco mujeriego.
Rosita pronto convenció a todos de lo mucho que amaba a Miguel y empezó a mostrar una conducta adecuada.
Miguel como único hijo, heredó a la muerte de sus padres la mejor casa, en ese entonces, del barrio. Allí se instaló, al casarse, con su esposa. Dos años transcurrieron de tranquilidad y felicidad para el buen Profesor.
La madre de Miguel tenía una hermana que murió al nacer su hijo, Alejandro.
Los padres de Miguel criaron a este niño y para Miguel Alejandro era su
hermano menor, siete años menor que Miguel.
Miguel lo había mandado a perfeccionar el inglés a los Estados Unidos, Alejandro regresaba y Miguel sentía que la vida era perfecta. Sus dos seres más queridos estarían junto a él. Muchos planes tenía para el futuro de su amado hermano.
Rosita y Miguel prepararon una fiesta para recibirlo. Los vecinos se regocijaron con la felicidad de Miguel.
Cuentan que Rosita al conocer a Alejandro quedó prendada de este y el fingido cambio pronto fue olvidado. Rosita no estaba enamorada de Miguel, lo aceptó solo por la buena posición económica que él tenía y por la vanidad de tener el mejor partido del barrio.
¡Cuán ajenos estaban todos de la desgracia que se avecinaba!

Alejandro y Rosita compartían los mismos gustos, Miguel, ajeno a la maldad de su mujer, veía con placer el cariño y la felicidad de ambos, pensaba que su pobre mujer tenía ahora alguien, tan joven como ella, para disfrutar de bailes, paseos y otras actividades que a él le costaba tanto compartir.
Los vecinos no pensaban igual y presentían que la desgracia pronto visitaría el hogar de Miguel. Los más atrevidos intentaron advertir a Alejandro pero este no veía la maldad en Rosita.
El tiempo transcurrió y como una araña, Rosita fue tejiendo su trampa alrededor del joven hermano de Miguel, hasta que éste se despertó un día descubriendo que se había enamorado locamente de su cuñada. Ninguno de sus intentos fue suficiente para evitar la desgracia, Rosita utilizaba a Miguel para evitar que Alejandro se marchara. El mal amor rompió con sus defensas y Alejandro, loco de amor, sucumbió al deseo.
Los amantes aprovechaban las horas de ausencia del pobre Profesor. Vanos fueron los intentos de los vecinos, la pasión fue más poderosa que el amor por su hermano.
Los vecinos callaron con dolor e impotencia lo que sucedía, rogando a Dios que Miguel no descubriera la infamia.
Un día Miguel apareció más temprano por el barrio, estaba enfermo. Los vecinos alarmados intentaron evitar que se acercara a la casa y ofreciéndole un té lo entretuvieron para avisar de su llegada a la infiel y el mal hermano.
Pero el diablo puso sus manos y aquellos infames no escucharon los golpes desesperados en su puerta. La vida o el destino decidieron que la hora había llegado, Miguel descubriría la mentira en que vivía.
Alertados y esperando lo peor, dos amigos y vecinos de Miguel lo acompañaron hasta la puerta de su casa, Marino, estudiante universitario, fingió necesitar una enciclopedia y esperaron en la entrada a que Miguel se la prestara.
Miguel entró a su hogar y se encontró cara a cara con la peor verdad de su vida. Las dos personas que más quería se revolcaban en la más vil de las pasiones, olvidadas del amor al buen Profesor. Miguel enloqueció y a los gritos de la esposa, los vecinos entraron evitando que Miguel manchara sus manos con la sangre de Alejandro. Miguel cayó en la cama, mudo, aterrado, asqueado y vencido.
Los viles amantes desaparecieron desde ese día y jamás se ha vuelto a saber de ellos.
Miguel permaneció mucho tiempo en manos de médicos, encerrado en un mutismo aterrador, perdida su mente, perdida su alma.
Pasaron unos años y miguel fue dado de alta, era un pobre loco, inmerso en un mundo fantástico de poesías y literatura. Se había ocultado en un mundo donde el dolor, de aquel terrible día, no lo alcanzaba.
Los vecinos lo adoptaron amorosamente y desde ese día con un silencioso pacto han cuidado de él.
Miguel, a veces Neruda, Rubén Darío o un simple poeta vive en el barrio rodeado de amor y en un mundo creado por su mente, donde la maldad no tiene cabida.
Como él siempre repite:
"La literatura sin edad ni espacios es sentir, luz en las tinieblas y alma que aleja el mal"
¡Bendita su locura! Donde ha encontrado el antídoto para no odiar.

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