Belén
Estaba nerviosa, tanto tiempo sin verlo.
¿Qué hará al verme? ¿Me reconocerá? ¡Cuánto había extrañado a mi amigo!
Había llegado una hora antes de la hora de su vuelo, el aeropuerto estaba lleno de personas, unas que se iban, otras que llegaba y muchas como yo, en espera, ansiosas, alegres y quizás temerosas del reencuentro.
Decidí matar el tiempo y me acomode en un rincón con la intención de leer un rato. Leer me tranquilizaba y en esos momentos era mejor no pensar o me volvería loca de ansiedad.
-Disculpa, ¿le molesta que me sienta a su lado?
Alce los ojos del libro y me encontré con una hermosa niña, de mirada triste e inocente, como de unos seis o siete años.
-No me molestas, siéntate. ¿Cómo te llamas?
-Belén ¿y tú?
-Irma
-¿Vas a viajar?
-No, espero a alguien. ¿Belén, estas sola?
-No, esos de allí son mis padres y mi nuevo hermanito.-dijo señalándome una pareja con un bebe en brazos.
-¡Qué hermosa familia tienes!
-Sí, pero no me quieren escuchar, por más que le digo que no deseo viajar y que algo malo nos pasará, no me hacen caso. Estoy muy triste.
-¿Por qué crees eso?, viajar en avión es muy seguro.
-Sé que pasará algo, lo soñé. ¿Podrías hablar con ellos?, quizás a ti te escuchen.
¿Cómo negarme antes esa mirada tan dulce y con tanta tristeza?
-Si te tranquiza, ven, vamos a conversar de esto con tus padres, pero ¿Sabes algo Belén? A veces por temor a volar soñamos esas cosas. Son solo sueños feos.-
Le dije tomándola de la mano y dirigiéndome donde sus padres.
-Buenas tardes, me llamo Irma y Belén me ha contado su temor a que vuelen hoy, ella soñó que algo malo ocurriría y desea que ustedes la escuchen.
Los padres me miraron con espanto, la madre estallo en sollozo. ¿Qué les pasaba?, no entendía y voltee a mirar a Belén, ¡No estaba!, ahora era yo la asustada, ¿Qué pasaba, dónde estaba esa niña?
-¿Has dicho Belén?- me preguntó la madre.
-Si, su hija, estaba conmigo hace unos instantes, no entiendo donde se ha metido-
Le respondí asustada, pasando a contarle toda la conversación y características de la niña. Al terminar mi relato, la madre lloraba y dándome un beso en la mejilla dijo:
-Efectivamente, Belén era nuestra hija, murió de cáncer hace un año. Gracias por traerme su mensaje.- Miro a su esposo y en muda comprensión este recogió sus bultos de mano, abrazo a su esposa y salieron rumbo a la calle, no tomarían ese vuelo.
Yo quede allí, temblorosa y al verlos alejarse sentí su dulce voz que alegre me decía:
-¡Gracias!
¿Qué hará al verme? ¿Me reconocerá? ¡Cuánto había extrañado a mi amigo!
Había llegado una hora antes de la hora de su vuelo, el aeropuerto estaba lleno de personas, unas que se iban, otras que llegaba y muchas como yo, en espera, ansiosas, alegres y quizás temerosas del reencuentro.
Decidí matar el tiempo y me acomode en un rincón con la intención de leer un rato. Leer me tranquilizaba y en esos momentos era mejor no pensar o me volvería loca de ansiedad.
-Disculpa, ¿le molesta que me sienta a su lado?
Alce los ojos del libro y me encontré con una hermosa niña, de mirada triste e inocente, como de unos seis o siete años.
-No me molestas, siéntate. ¿Cómo te llamas?
-Belén ¿y tú?
-Irma
-¿Vas a viajar?
-No, espero a alguien. ¿Belén, estas sola?
-No, esos de allí son mis padres y mi nuevo hermanito.-dijo señalándome una pareja con un bebe en brazos.
-¡Qué hermosa familia tienes!
-Sí, pero no me quieren escuchar, por más que le digo que no deseo viajar y que algo malo nos pasará, no me hacen caso. Estoy muy triste.
-¿Por qué crees eso?, viajar en avión es muy seguro.
-Sé que pasará algo, lo soñé. ¿Podrías hablar con ellos?, quizás a ti te escuchen.
¿Cómo negarme antes esa mirada tan dulce y con tanta tristeza?
-Si te tranquiza, ven, vamos a conversar de esto con tus padres, pero ¿Sabes algo Belén? A veces por temor a volar soñamos esas cosas. Son solo sueños feos.-
Le dije tomándola de la mano y dirigiéndome donde sus padres.
-Buenas tardes, me llamo Irma y Belén me ha contado su temor a que vuelen hoy, ella soñó que algo malo ocurriría y desea que ustedes la escuchen.
Los padres me miraron con espanto, la madre estallo en sollozo. ¿Qué les pasaba?, no entendía y voltee a mirar a Belén, ¡No estaba!, ahora era yo la asustada, ¿Qué pasaba, dónde estaba esa niña?
-¿Has dicho Belén?- me preguntó la madre.
-Si, su hija, estaba conmigo hace unos instantes, no entiendo donde se ha metido-
Le respondí asustada, pasando a contarle toda la conversación y características de la niña. Al terminar mi relato, la madre lloraba y dándome un beso en la mejilla dijo:
-Efectivamente, Belén era nuestra hija, murió de cáncer hace un año. Gracias por traerme su mensaje.- Miro a su esposo y en muda comprensión este recogió sus bultos de mano, abrazo a su esposa y salieron rumbo a la calle, no tomarían ese vuelo.
Yo quede allí, temblorosa y al verlos alejarse sentí su dulce voz que alegre me decía:
-¡Gracias!
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